El sentido de la vida, está en el otro fue lo que se me quedó en la mente después de la clase de antropología filosófica, mi sentido de vida está en el que se encuentra a mi lado por él mi vida encuentra una dirección y una determinación en la cual yo debo ejercer mi verdadero sentido, que en este momento desconozco y que sé que no debo buscar, sino más bien debo esperarlo porque llegará. A veces pienso que el sentido de mi vida es el trabajo social, no la profesión de asistente social, sino más bien el servir a los que más lo necesitan, pero no estoy seguro de que este sea mi sentido, tal vez sea un ejemplo de un tipo de individualismo colectivo que propongo como el realizarme personalmente al servicio de la gente o mejor dicho al servicio de mi prójimo.
Víctor Frankl señala refiriéndose a los campos de concentración que: “Lo único que importaba es que el nombre de uno o del amigo fuera tachado de la lista de víctimas aunque todos sabían aunque que por cada uno que se salvaba se condenaba a otro”. [1] Esto que dice Frankl me lleva a pensar y a reflexionar sobre la persona, porque para ser feliz o sentirse feliz siempre tiene que existir el sacrificio del otro. Lo que vivió Frankl es un ejemplo de la historia de la humanidad, pero así como Frankl se daba cuenta de la felicidad y tranquilidad de unos y de él mismo cuando escapaban a la muerte; hoy, vivimos en ese sacrificio cotidiano, por ejemplo: el éxito económico de grandes empresarios y el sufrimiento de los sectores más desamparados de nuestra sociedad, la angustia del que es asaltado y la alegría del que es ladrón, la felicidad de un transplantado y la tristeza del familiar de un donante muerto, etc. Estos ejemplos muestran que vivimos en esta ambigüedad de posibilidades de existencia siempre nos sacrificamos, se sacrifican o se sacrifica algo por la felicidad de alguien.
El miércoles 30 de noviembre de 2005 último día del mes, asistí a una premiación de un concurso literario, en el auditorio de la biblioteca, fue un acto sencillo y premiado, participaron muchos jóvenes de distintas carreras. Pero hubo algo que me llamó la atención, ya que a todos los participantes se les entregó un diploma de reconocimiento, pero a la vez cuatro fueron los premiados, cuatro fueron los ganadores, cuatro fueron los alegres y los contentos, cuatro los que se ganaron un premio; y el resto sólo recibió un diploma y el reconocimiento de haber participado. Un triunfo y una derrota mientras unos ganan otros pierden ¿por qué la vida es así?, ¿por qué el sufrimiento de unos se ve contrastado por los triunfos y alegrías de otros? Yo no lo entiendo.
Maturana dice: “El Holocausto es un acto de maldad. Su magnitud es impresionante, incomprensible y destructora, pero como acto de maldad es un acto de maldad como muchos otros que se han cometido a lo largo de la historia de la humanidad y que continuamos cometiendo en la vida cotidiana cuando creamos justificaciones racionales para nuestra negación del otro”.[2] Este autor nos dice que, sin duda, existe una maldad que genera destrucción humana o mejor dicho deshumanización del actuar social y colectivo de las personas, vivimos como ha sido señalado en el párrafo anterior, buscando una felicidad, pero siempre habrá alguien que goza de la alegría y otro que gozará del dolor o la tristeza, en el holocausto encontramos la felicidad de los guardias y el sufrimiento de los que viven la peor parte de este holocausto, los prisioneros. Maturana también habla que en la vida cotidiana al igual que en el holocausto existe una justificación racional sobre la negación del otro, por ejemplo: golpear a un homosexual, por considerarlo una lacra para la sociedad; es un ejemplo que muestra un acto que ocurre y en donde se niega a un individuo por su condición sexual y se justifica una paliza sólo porque es homosexual.
Señalaba al principio de este documento que el sentido de la vida uno lo busca, ahora bien, me pregunto si ¿mi sentido de la vida está en hacer el bien o hacer el mal al otro que se encuentra en mi entorno? Esta respuesta trataré de encontrarla y de dejarla clara en esta búsqueda humana y personal de sentido. Cómo encontrar el sentido de la vida quizás muchos lo encontraron pero su sentido de vida es tendencioso hacia la maldad; Maturana dice: “la maldad es un fenómeno cultural que surge, no porque el ser humano sea en sí malo, sino porque se constituye cuando se detiene una teoría política, religiosa o filosófica, que justifica la negación y el sometimiento del otro”.[3] Lo señalado anteriormente muestra que existe una maldad de tipo cultural y que se alimenta en lo que la persona cree. ¿El sentido de mi vida en qué manera puede estar condicionado por el sufrimiento y no por el bien del otro? Esta pregunta tal vez pueda responderla con esta cita de Frankl que dice: “No deberíamos buscar un sentido de la vida abstracto, pues cada uno tiene en ella su propia misión que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido concreto. Por tanto ni puede ser remplazado en la función, ni su vida puede repetirse; su tarea es única como única es su oportunidad para instrumentarla”.[4] Esta cita nos dice que no podemos elegir nuestro sentido de la vida, además de aceptar lo que este sentido nos dispone a realizar en la vida.
Según Vittorio Guidano se encuentran los siguientes estados afectivos en la persona.[5]
1. ESTILO DEPRESIVO: todo el estilo afectivo del depresivo consiste en esto, hay que evitar absolutamente que se pueda producir una experiencia de pérdida y la única manera en que uno puede estar bastante seguro que no se produzca la experiencia de pérdida, una experiencia de separación es si uno no se apega, si uno no se envuelve desde el inicio, no se apega a una persona es imposible experimentar una pérdida, es decir, el remedio único para los depresivos es que para evitar la pérdida hay que prevenir cualquier forma de envolverse emocionalmente en algo significativo, si uno no construye un vínculo no puede por definición experimentar una pérdida. Este estilo depresivo es de las personas con auto estima baja, impresionado por el esfuerzo, el sentido de esta persona está en encontrar en el otro el no afiliarse para no experimentar pérdidas.
2. ESTILO FÓBICO Este es básicamente el ingrediente esencial de todos los estilos fóbicos o del estilo fóbico, la búsqueda constante de equilibrio, es decir, no se puede vivir en un mundo peligroso sin protección pero, la protección implica el riesgo de sentirse limitado, no se distingue bien la diferencia entre protección y constricción, tal vez las dos se vuelven indiferenciable en el espacio de pocos segundos, este es el tema básico. A este tema hay que añadirle otro, generalmente el equilibrio que cada fóbico intenta establecer entre protección y constricción es un equilibrio centrado sobre el control; si él por ejemplo tiene el control de la relación con la figura protectora él puede acercarse o alejarse, el puede acercarse cuando necesita protección o alejarse cuando no la necesita más, entonces él puede experimentar esta condición de sentirse protegido sin sentirse limitado, esto es lo que el establece para el control sobre protección y constricción sobre el mundo externo. Aquí, refiriéndome al estilo fóbico, se demuestra que esta OSP, la persona necesita del otro para sentirse segura, no se puede estar segura ni mucho menos tranquila si no existe esa especie de ángel protector , el ángel protector en este caso tiene un sentido de vida que es proteger al depresivo, el sentido que mueve al protector es entonces cuidar al que busca una libertad protegida, por ejemplo un niño que no puede estar solo necesita la protección de u madre, el sentido de vida de su madre será entonces el proteger y cuidar a su hijo y el sentido de la vida de ese niño inseguro esta en buscar la protección de su madre, uno encuentre su sentido dando protección y el otro recibiendo protección que le da estabilidad a la vida de la persona fóbico.
3. ESTILO DÁPICO El estilo dápico puede tomar, en comparación con las otras organizaciones, una cantidad increíble de posibles variaciones, de posibles formas diferentes. Los dápicos más concretos siempre van a tener dos parejas paralelas. Otro tema básico del estilo afectivo dápico es el miedo a enfrentarse a situaciones y a exponerse, este es el problema fundamental, es algo que siempre ocurre, uno puede pensar que es en la primera parte de la relación, durante la formación; ahí hay un particular miedo a exponerse, es que todavía no sabe qué imagen se hizo el otro de él, entonces tiene que controlar cuál es esa imagen; después que conoce la imagen que el otro se hizo de él surge el miedo de hacer algo que pueda cambiar esa imagen que el otro se hizo de él, entonces cómo confirmar la imagen sin exponerme demasiado o muy poco. El dápico busca en dos personas su realización, es auto referente y hace todo por el resto más que por el mismo al dápico le gusta quedar bien con Dios y con el diablo, además es un alérgico a la crítica a el sólo le gusta realizar lo que sabe que va a ser reconocido; el dápico quiere ser feliz, buscando quedar bien con todos y que todos lo reconozcan y feliciten, viviendo así en una burbuja de la anticrítica basada en la buena onda. Por el otro el dápico hace lo que hace, su sentido de vida esta en buscar el aplauso del otro, sólo con el reconocimiento de los demás siente su realización personal.
4. ESTILO OBSESIVO El tema básico del estilo afectivo del obsesivo depende más de la estructura típica del significado obsesivo; es decir, el obsesivo tiene que tener la certidumbre de corresponder en cada momento a su standard lógico, sean esto de moral, de justicia, tiene que tener la certidumbre de ser en cada momento justo, el que tiene certeza, el que sabe, entonces esto es lo más típico. En este estado afectivo se muestra a la persona rigurosa y programada, es una especie de máquina de la acción predeterminada, busca que se cumplan sus reglas, teniendo un lenguaje directo que le permita lograr el cumplimiento de sus obsesiones, por ejemplo un patrón de fundo , que es mandón directo al hablar, estricto con sus empleados, etc.; Es una muestra de un obsesivo cuyo sentido de vida está en sus empleados sin sus empleados el no sería obsesivo y sin los empleados no existiría su obsesión como sentido de su existencia. La obsesión es un medio que permite encontrar en el sujeto.
Estos cuatro estilos afectivos se relacionan a la búsqueda de sentido de la vida que presenta Vittorio Guidano.
El sentido de la vida se puede descubrir de tres modos distintos según la logoterapia el primero es realizando una acción, que es un medio para un logro de sentido de la vida bastante obvio; el segundo medio es el amor y el tercero el sufrimiento.[6]
“El amor constituye la única manera de aprehender a otro ser humano en lo más profundo de su personalidad. Nadie puede ser totalmente conocedor de la esencia de de otro ser humano si no le ama. Por el acto espiritual del amor se es capaz de ver los trazos y rasgos esenciales en la persona amada; y lo que es más, ver también sus potencias: lo que todavía no se ha revelado, lo que ha de mostrarse. Todavía más, mediante el amor, la persona que ama posibilita al amado a quien manifieste en potencias. Al hacerle consciente de lo que puede ser y lo que puede llegar a ser, logra que esas potencias se conviertan en realidad”[7]
“Cuando uno se enfrenta con una situación inevitable, insoslayablemente, siempre que uno tiene que enfrentarse a un destino que es imposible cambiar, por ejemplo, una enfermedad incurable, un cáncer que no puede operarse, precisamente entonces se le presenta la oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo, cual es el del sufrimiento. Porque lo que más importa de todo es la actitud que tomemos hacia el sufrimiento, nuestra actitud al cargar con ese sufrimiento.”[8]
En estas citas de Frankl se nos muestra la búsqueda de sentido de la vida a través de la logoterapia, se muestra como el sentido de la vida está en lo que es obvio, es este el caso de la acción, que nos conduce y nos mueve a encontrar en el otro que es lo que más podría ser un sentido de vida, realizando acciones podemos acercarnos y en encontrar al sentido de nuestra existencia humana.
También el amor, transfigurador de realidades, nos ayuda a encontrar el sentido de la vida, por el amor podemos acercarnos al otro, conocerlo, quererlo, etc. Por ejemplo en el estilo fóbico encontramos que la persona necesita de una libertad protegida es el amor portador de esa seguridad; el amor permite a la persona conocer del otro aprehenderlo, un matrimonio por ejemplo, es esa realización de sentido fundamentada en el ser del otro (existiendo amor claro) el amor permite el conocimiento y sentido de dos seres que se aman como lo es el matrimonio. El amor está presente en la búsqueda de sentido cuando yo realizo obras o acciones sin recibir automáticamente esa sensación de amor.
El sufrimiento, sentir del dolor, es una forma de encontrar el sentido de nuestras vidas, yo sufro porque veo que mi sufrimiento te hace feliz, y el hacerte feliz en cierta medida me hace feliz (es lo que entiendo); el sufrimiento condiciona una búsqueda de sentido de vida que permite que el otro pueda ser feliz; por ejemplo, el caso de una persona enferma que se nombró en la clase de antropología filosófica, en donde una abuelita tiene una enfermedad y aguanta el dolor sufriente de su enfermedad, para no afectar a su familia que tanto la quiere, el sufrimiento de esta abuelita es un sufrimiento que encuentra su sentido en evitar el dolor en sus seres queridos.
Creo que existe una relación entre los estados afectivos de Vittorio Guidano y la búsqueda de sentido que nos muestra Víctor Frankl, la relación está en que cada persona necesita del otro para poder realizar búsqueda inconsciente de lo que quiere. Un dápico por ejemplo puede encontrar su sentido de vida buscando a dos personas y transformarse en un ser de la admiración ambigua, por amor a no quedar mal con nadie; como también puede a través del sufrimiento. El fóbico mediante la búsqueda de libertad protegida a través del amor encuentra un ser que le llene de protección. El obsesivo puede sufrir al provocar en el otro un daño pero lo tiene que hacer, por ejemplo si un jefe que tiene un estilo afectivo obsesivo (y que es humanista como jefe, no un explotador), ajusta los salarios por una crisis de la empresa, lo hará con sufrimiento, pero esa solución es porque aceptó ser jefe y su sentido de vida es dirigir a los subordinados. Por último la persona que tiene un estado afectivo, depresivo puede encontrar en su sufrimiento de impresión al ver el esfuerzo de su cercano su sentido de vida. Estos son algunos ejemplos conectivos que realizado de acuerdo a lo entendido y abordado en el curso de antropologota filosófica, a través de los estados afectivos que podemos encontrar en el otro ser, a través de acciones, amor o sufrimiento; una conexión con el sentido de la vida y que se podría analizar en el existir de cada uno de nosotros es: preguntarnos cuál es nuestra Organización de Significado Personal y analizar si es la acción, el amor o el sufrimiento, lo que nos aproxima más al sentido de nuestra vida, que esta en el otro.
Para finalizar quiero citar a Frankl para reflexionar sobre el sentido de la vida: “la búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una racionalización secundaria de sus impulsos instintivos. Este sentido es único y específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; únicamente así logra alcanzar el hombre un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido”[9] En esta cita se puede resumir que es ese sentido de vida que nos propone Frankl.
Bibliografía
1. Frankl, El Hombre en Busca de Sentido, España, Barcelona, Editorial Herder, (1987).
2. Maturana, El Sentido de lo Humano, Chile, Santiago, Dolmen Ediciones, (2000).
3. http://www.posracionalismo.cl/
[1] No confrontar Frankl.14
[2]Maturana, El Sentido de lo Humano, Chile, Santiago, Dolmen Ediciones, (2000), página 326.
[3] Ibíd.
[4]Frankl , El Hombre en Busca de Sentido, España, Barcelona, Editorial Herder, (1987), Página 107.
[5]Confrontar Guidano
[6] Confrontar Frankl.
[7] Frankl, El Hombre en Busca de Sentido, España, Barcelona, Editorial Herder, (1987), Página 110.
[8] Ibíd.
[9] Frankl, El Hombre en Busca de Sentido, España, Barcelona, Editorial Herder, (1987), Página 98-99.
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